Respetando el dolor
Siendo conscientes de nuestras emociones de la forma que mejor nos venga, sin negar ni quitarle importancia podemos respetar nuestras experiencias de dolor.
«No pasa nada», «no llores», «recupérate pronto», «no es para tanto», «otra vez, no!», «pero ¿qué has hecho?», «te lo dije», “que mala suerte” o actuar como si no nos diéramos cuenta… son frases y comportamientos que esconden nuestra sensación de incapacidad para encontrar la manera de acompañar y aceptar los momentos de dolor.
Si nos sentimos frustrados o ignoramos lo que sentimos o pueden sentir otras personas en situaciones de sufrimiento, posiblemente sea porque nosotros mismos no hemos entendido que hay un motivo y un aprendizaje cuando el dolor aparece.
Aceptación, presencia, reconocimiento y compasión son el camino para encontrar la manera de empezar a ver el dolor con otros ojos y para permitirnos el uso de expresiones como: «me duele y necesito aceptarlo», «te entiendo y estoy contigo», «llora todo lo que necesites», «¿qué puedes hacer para sentirte mejor?, ¿puedo hacer algo que te haga sentir mejor?, «¿qué es lo que no estoy viendo o no he entendido, que me está volviendo a pasar lo mismo?…
La vida es perfecta, no por la cantidad de logros ni porque todo nos salga “bien”.
Es perfecta porque aceptamos que es importante y son dignos todos y cada uno de los procesos de nuestra vida, buenos y malos, incluso equivocarnos es necesario, probar diferentes opciones es una elección, reconocer el dolor como parte del proceso que necesitamos nos desarrolla tolerancia, nos enseña a conocernos y a ver lo diferentes y al mismo tiempo, lo idénticos que somos con todo lo que nos rodea.