NO SOY EL HIJO QUE MIS PADRES ESPERABAN

Porque es imposible serlo, incluso en el “mejor” de los casos.

¿Es necesario que el hijo o hija sea lo que los padres quieren que sea? Por cultura, creencias o costumbres se podría pensar que sí, pero en realidad es imposible e innecesario porque los hijos aunque se parezcan o tengan un modelo a imitar por parte de sus padres también tienen su propia identidad, sus propias fortalezas y sus propias debilidades.

Independientemente de la educación, de las ayudas y de los estímulos durante su desarrollo, los hijos tienen sus propios objetivos en la vida y si no nos damos cuenta de esto, no podremos respetarles como nos gustaría.

Si un hijo cree que debe cumplir con las expectativas de sus padres es porque sus padres desde su ignorancia así se lo han transmitido directa o indirectamente.

Si un hijo se esfuerza por ser igual que su padre o madre es porque le idealiza. En estos casos los padres sin darse cuenta han permitido que sus hijos crezcan sintiéndose inferiores a ellos o sin el permiso de ser auténticos.

Si un hijo cree que puede hacer feliz o hacer daño a sus padres es porque en algún momento y desde la inconsciencia, los padres han dado esa responsable a su hijo.

Los hijos no son propiedad de los padres ni son los responsables de cumplir con las expectativas de nadie. Los hijos son realmente hijos de la Vida. Los hijos son prestados y también son maestros que vienen a enseñar a los padres la verdadera definición del amor incondicional a través del desapego. Los padres tan sólo son responsables del ejemplo, responsables del acompañamiento y de los límites que un hijo necesita antes de convertirse en adulto.

Los hijos «no adultos» son el resultado de lo que hacen o dejan de hacer sus padres, de sus experiencias y de sus herencias, pero no tienen que depender de los demás toda la vida porque en algún momento podrán tomar la responsabilidad de sus decisiones, a esto se le llama madurez y crecimiento, pero esto no dependerá de la edad sino del auto-conocimiento y del equilibrio de su autoestima.

Tener hijos o no, ser padres, madres o no, independientemente de esto todos los seres humanos somos hijos con objetivos en común, uno de ellos «Ser responsables de nuestras experiencias y herencias, dejar de ser niños sin olvidar que somos hijos y dejar de estar bajo la responsabilidad de los demás para empezar a ser responsables de nosotros mismos».

La felicidad de padres e hijos está directamente relacionada con el orden y el desorden en nuestros roles de responsabilidad.

El verdadero objetivo de todo padre y madre es la felicidad de sus hijos, incluso en los casos y relaciones más complejas este objetivo existe aunque no lo parezca a simple vista por la sencilla razón que los padres dan lo mejor de sí a sus hijos y la manera en que lo hagan al final sólo será un medio. Detrás de todo hijo, padre y madre existe un ser completo con la capacidad innata de vivir con autenticidad una historia única. Esto nos recuerda que la felicidad consiste en ser auténtico, volver a la esencia y a lo simple.

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