MI EXPERIENCIA CERCANA A LA MUERTE

Mi Experiencia cercana a la muerte (ECM)
Esta es la primera vez que escribo públicamente sobre mi muerte y mi renacimiento vivido en abril de 2.015, desde entonces he escrito mucho y me he formado continua y especialmente sobre temas como la consciencia, el campo electromagnético, el sentido propio de la vida y el potencial interior del ser humano, porque la información, los cambios y la expresión del amor que siento por la vida desde ese momento, han sido mi motor para avanzar en esta dirección, desde la libertad y la plenitud en cada paso que voy dando.
Cada vez somos más personas, que hemos experimentado la muerte y hemos vuelto después de ver la luz al final del túnel, un túnel donde pudimos ver nuestra vida como una película que empezó por el presente, que se conectó con el pasado y el futuro y que en el “ahora” no tiene final. Cada vez somos más personas que hemos visto nuestro cuerpo físico desde arriba porque hemos estado fuera de él y después de este viaje en el tiempo infinito hemos empezado a vivir grandes cambios de consciencia, que traen un nuevo orden en las prioridades y en la dirección hacia donde queremos ir.
Independientemente de las estadísticas, las diferencias y las similitudes de las experiencias cercanas a la muerte, cada uno lo vivimos desde nuestra propia historia y proceso, como algo único, donde no caben las comparaciones ni los juicios, posiblemente por lo inexplicable y extraordinario que es el propio hecho de morir y volver a nacer en el mismo cuerpo.
Desde ese momento mi vida ha venido cambiando aceleradamente, con continuos procesos de transformación y transcendencia en todos los sentidos. Soy arquitecto y durante 12 años me dediqué a la gerencia de proyectos arquitectónicos desde un enfoque de esfuerzo por un mejor estilo de vida, ganar más dinero, tener cada vez más y mayores responsabilidades en un mundo intensamente intelectual. Ahora me dedico a sentir, a recordar, a conectar y a saborear a través de lo que hago en cada instante. Actualmente me dedico a hacer lo que amo, hago terapia, consultas, talleres y charlas relacionadas a la sanación de las heridas del alma, para volver a conectar la historia que se rompió o se detuvo después de una experiencia traumática que se repite de alguna manera continuamente. También amo escribir, pintar y familiarizarme cada vez más con la energía de la vida que donde envuelve para seguir fluyendo.
Podría decir que mi alimento y mi medicina se han vuelto mi capacidad de reconocer y compartir mi verdad de cada instante presente, cada vez de manera más natural, más humana y más fluida con todo y con todos.
Viví y vivo el miedo, la confusión, los cambios y las diferencias con sufrimiento, pero ahora con aceptación y reconocimiento. Podría decir que hacerlo es uno de los grandes cambios en mi vida después de morir, porque el miedo ya no lo vivo como si fuera mi enemigo, ahora lo vivo con respeto y agradecimiento porque se ha convertido en una señal de la consciencia, para alinearme y calibrarme cuando sin darme cuenta me he salido de mi centro. Posiblemente uno de los mayores miedos sea al juicio propio y al juicio de los demás, por falta de confianza y entendimiento por lo que vivimos, por la gran diferencia con lo que nos han enseñado a todos en el sistema educativo, social, cultural y laboral. El gran miedo a las críticas, a los juicios y a los diagnósticos que empoderan la sensación de “dependencia, limitación o exclusión” antes que empoderar «autonomía, inclusión y sanación».
En mi proceso personal, he tenido abundancia de ayuda y recursos que me han acompañado en el camino de ir asimilando e integrando toda esta aceleración de vida. Y gracias a cada paso dado, cada vez me siento más viva, más sana, más feliz conmigo misma y con los demás, de hecho, la sensación más cercana a lo que siento es de enamoramiento por la vida. Me apasiona entender, volver a unir, integrar y sanar los bloqueos existenciales y las heridas del alma.
Me motiva vivir sin juicio, con una apertura cada vez mayor por lo que veo, siento, pienso y hago. Cada día me sorprende con la magia de reconocer y confiar profundamente en el potencial interior del ser humano.
No he vivido un duelo ni pérdida por mi vida anterior, posiblemente por mi propia transición o porque nadie me pidió ni me obligó volver. Morir para mí fue una oportunidad de reconocer mis ganas infinitas de vivir, fui yo quien pidió regresar desde lo más profundo de mí, elegí volver y fui escuchada. Mi deseo fue concedido a cambio de compartir lo que vivo con quienes quieren y pueden compartir lo que viven ellos igualmente. Desde que he vuelto a nacer, ya casi 4 años, me dedico a recordar, a compartir mi experiencia, a sanar mis heridas del alma, a acompañar y facilitar a quienes quieren y están sanando las suyas, a construir la vida que amo. Y lo vengo haciendo sin esfuerzo, sin obligar ni convencer a nadie, al contrario, la sensación es que cada vez lo hago sintiéndome más libre, más natural, más acompañada y más auténtica, con la certeza de que todos vamos en la misma dirección en alguna medida y manera.
Ahora todo ha cambiado, especialmente conceptos como la muerte, la vida, la ayuda, el amor, la salud y la enfermedad. La muerte ya no es un final, es un nuevo comienzo. La vida ya no es un esfuerzo, es una oportunidad. Mi salud y mi enfermedad ya no dependen del “exterior”, ahora son el reflejo de mi responsabilidad y mi coherencia con mi mundo “interior”. La ayuda ya no es sinónimo de dar por o con necesidad, ahora dar y recibir es la manifestación del equilibrio que confirma lo que está pasando dentro, reflejado en el afuera.
El amor ya no es una emoción, ahora sé que es la frecuencia más elevada de donde todos venimos cuando somos uno y a donde todos vamos cuando volvemos a sentirnos conectados unos con otros.