Si exijo o espero que los niños hagan lo que yo digo sólo por mis propios intereses, los niños entenderán que lo que yo espero y quiero de ellos es que sean seguidores, dependientes, inseguros, manipuladores o tiranos…
Si despierto el interés en ellos mismos para hacer lo que espero que hagan, asumo la responsabilidad de dar los recursos necesarios para que lo logren y además soy ejemplo de lo que espero que hagan, entenderán que pueden ser autónomos, auténticos, curiosos, libres, seguros,… y además tendrán una idea de cómo hacerlo.
Si permito que hagan lo que quieran sin límites y sin sentido, entenderán que pueden ser egocéntricos, intolerantes, derrochadores y caprichosos…
Si permito que hagan lo que sienten y además asumo la responsabilidad de dejar claro los límites y las consecuencias de lo que tengan a su alcance para elegir, entenderán el concepto de ser consecuente, empatizar, respetar, valorar, elegir y de cómo ser coherentes con ellos mismos.
Si prohíbo o niego la expresión de sus sentimientos, entenderán que tienen que ser diferentes a lo que realmente son, o sumisos, introvertidos, vergonzosos e incluso agresivos.
Si me permito acompañar a los niños en su proceso de expresión de lo que realmente son, estaré generando confianza y seguridad para que reconozcan sus emociones, entiendan que pueden ser tal cual son, que pueden desarrollar sus auténticas capacidades.
Sólo si me respeto, me entiendo y me acepto a mí misma podré acompañar a otros en su desarrollo desde el respeto, entendimiento y aceptación.
Sólo si me acepto sin falsas expectativas, podré aceptar a los demás tal cual son, sin falsas expectativas.