LA SOMBRA

Nuestra sombra nos acompaña a donde vayamos.

En apariencia es inocente, insignificante, incluso invisible, pero si no la reconocemos nuestra, nos asusta y nos controla.

Nuestra sombra guarda todo lo que es secreto, se alimenta de nuestro esfuerzo por ocultar o negar lo que somos o hacemos, pero también nos puede nutrir y sostener si asimilamos de lo que no se ve o nos da miedo ver.

Mientras más secretos, más nos controla y más en peligro nos sentimos, porque lo que ocultamos nos avergüenza y lo que negamos nos hace soberbios.

Es fácil creer que nuestra sombra es “mala” si no entendemos su gran poder dentro del “bien”.

La sombra nos acompaña durante toda la vida para recordarnos que somos luz y sombra en unidad.

Pretender ser solo luz, nos hace gastar nuestra energía en las apariencias y en la estrategia para conseguir ser quienes no somos.

Ocultar y negar nuestra sombra nos intoxica, por lo cual, lo que comemos nos hace daño, nuestras relaciones nos ahogan, nuestros deseos nos hacen pobres, nuestros compromisos nos atan, nuestros objetivos nos pesan, nuestra visión nos hace dependientes.

El día que los seres humanos entendamos y practiquemos la aceptación de nuestra sombra, empezaremos a brillar. Ese día recordaremos nuestro poder de transformación como un acto de amor propio y de evolución sagrado.

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