
El Engaño y la semilla de la Compasión… Era de noche, caminaba, no tenía miedo… recordaba de dónde venía y quien había sido, pero no conseguía recordar hacia donde quería ir, ni qué sentido tenía ser quien era.
Cuando me encontraste, me invitaste a caminar contigo y desde entonces has sido un maestro para mí «Engaño».
Tus palabras dulces, acogedoras y cálidas, se transformaban al instante en una presencia amarga, dolorosa y fría.
«Engaño», desde el primer momento a tu lado me enseñaste la ambivalencia. Me enseñaste a abrir mi mente sin la posibilidad de entender, a abrir mis ojos sin la posibilidad de ver, a abrir mi boca sin la posibilidad de hablar, a oler sin poder respirar, a sentir sin poder disfrutar, a desear sin poder elegir y a esforzarme sin poderme mover. El todo y la nada, la vida y la muerte en una constante confusión.
Te conocí con diferentes caras, nombres y personalidades, que al principio conseguían que dudara de mí misma, después empecé a dudar de quien eras tú y finalmente de todo cuanto vivía.
A tu lado aprendí a desarrollar el miedo, a someterme al abuso, a la violencia y a la mentira, porque de lo contrario la consecuencia era mayor “el castigo”. El castigo directo o invisibles me enseñaron a huir, a defenderme y en casos extremos a paralizarme completamente para dejar de sentir «Engaño».
Hoy celebro el camino recorrido a tu lado, porque “Te Veo” y “Me veo”. Me has enseñado y he aprendido a conocerte y a conocerme, te reconozco y me reconozco. Hoy sé quién eres y he recordado para donde quiero ir, en quien me he convertido y quien quiero ser. A tu lado he fortalecido la confianza en mí, mi capacidad de discernir para elegir y asumir, mi capacidad de ver con apertura y neutralidad para volver a unir mi pasado, mi presente y mi futuro.
Agradecida me libero del miedo y abrazo el entendimiento con propósito de haber caminado juntos. Hoy tu sigues tu camino y yo el mío porque el aprendizaje de lo vivido juntos lo llevamos dentro, integrado y transformado en energía viva, infinita y equilibrada llamada amor.
No juzgo a quien no pueda creer que detrás de la máscara del «Egaño» encontré las semillas del amor y la compasión. Yo tampoco lo hubiera podido creer si no lo hubiera vivido y si hoy, no estuviera disfrutando del fruto de esas semillas que durante el proceso crecieron en mí.