BENDITOS ACUERDOS Y BENDITOS DESACUERDOS

Benditos Acuerdos y Benditos Desacuerdos

He aprendido que los “verdaderos acuerdos”, son viables con quienes encuentro soluciones donde todas las partes ganamos, donde todos nos sentimos respetados y coherentes. Y además coincidimos en enfocarnos y agradecer los resultados que alimentan la honestidad y el progreso al compartir una situación o un espacio. En estos casos, nadie queda en deuda ni en ventaja, nadie pierde ni hay un único responsable. No hay espacio para retener enfado, miedo a hablar ni resentimiento porque hay tal claridad y confianza que en el momento en que surge un imprevisto o aparente “problema”, los intereses son los mismos y todas las partes nos implicamos al máximo por encontrar nuevas soluciones que mantengan la relación en una actitud de gana/gana.

En los casos en que he hecho todo lo posible y no ha sido viable llegar a un verdadero acuerdo con alguien, porque alguna de las partes pierde o sencillamente no puede disfrutarlo, he aprendido a aceptar y respetar sólo en estos casos “los desacuerdos”. Y aunque el propósito es el mismo, que «todas las partes consigamos sentirnos respetados y coherentes” esta vez la gran diferencia es que tengo la certeza de NO compartir una situación o espacio, principalmente porque alguna de las partes pierde y no hay interés en común por encontrar una nueva solución, en estos casos el desacuerdo se convierte en la mejor opción para que todas las partes, mantengan o recuperen su responsabilidad, su dignidad y su estabilidad sin dependencia, sin exigencias, sin deuda, sin obligaciones, sin mentira y sin engaños.

Aprender a respetar los desacuerdos me ha enseñado a recuperar mi sitio y mi paz interior, sin la aprobación ni el reconocimiento de nadie. Cuando NO es viable llegar a un verdadero acuerdo de gana/gana con alguien, el verdadero acuerdo es conmigo misma, porque la sensación de ganancia y confianza sólo la obtengo cuando soy coherente al hacer lo que realmente tiene sentido para mí, no me obligo a enfocarme o dar prioridad a lo que quieren los demás, y tampoco obligo ni juzgo a los demás por tener prioridades diferentes a las mías.

«Son tan necesarios y sanadores los acuerdos como los desacuerdos porque son dos caminos diferentes, pero los dos nos pueden llevar al mismo sitio: al respeto, la confianza y la paz interior. Son dos opciones que podemos usar para facilitar el conflicto y evitar que se estanque, cuando la prioridad es encontrar el equilibrio entre puntos de vista totalmente diferentes»

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