YO SOY LA OVEJA NEGRA

Soy la oveja negra
La oveja negra

Hoy me siento feliz de ser la oveja negra. Ha sido un proceso de dudas, de no ser quien realmente soy durante una gran parte de mi vida, de dejar pasar muchas cosas como si no me importaran o estuviera a favor de ellas cuando realmente me hacían y me hacen daño, me chillaban y me chillan los oídos y me sentía y me siento mal escuchándolas.

Podría clasificar varias etapas que más adelante explicaré. En mi caso diría que han sido:

  •  La duda
  • La negación de lo que siento
  • La confrontación
  • La impotencia
  • La incomprensión
  • El aprendizaje

Cada uno de nosotros, por lo general, nace en una familia que “idealiza” y donde las costumbres se vuelven hábitos. Estos hábitos se normalizan con el tiempo y crean unos patrones de conducta donde las cosas están MAL o están BIEN, las cosas son MALAS o son BUENAS… Si te sales de estos patrones, los cambias o los cuestionas, empieza un nuevo proceso en tu vida, se abren puertas y suenan alarmas que nunca habías imaginado pero que de una u otra manera han estado siempre ahí para ti, a la espera de que dieras el paso.

Antes de continuar, quiero dejar muy claro que esto no es una crítica a nadie, es un aprendizaje personal que comparto porque a mí me está sirviendo y me está liberando. Si alguien se puede identificar, puede hacer cambios, obtener nuevas ideas o cambiar perspectivas con esto, ¡genial! Y si por el contrario no te identificas, lo ves de una manera muy diferente o no te resuena, ¡también es genial! Porque ahí está la grandeza del ser humano, ¡en las diferencias! Las diferencias desde el respeto y la tolerancia.

Ahora sí, empiezo:

En mi caso, hasta los 30 años aproximadamente mi dinámica ha sido la de decir a casi todo que sí, la de no buscar la confrontación, la de hacer lo que DEBÍA HACER según los patrones aprendidos (tener un trabajo estable, ganar dinero, trabajar duro, tener una familia, poner buena cara), la de criticar o juzgar a los que hacían lo que a mi no me parecía bien, y un largo etc.

Desde los 30 años aproximadamente la vida me ha ido poniendo escenarios que me han hecho ir cambiando todo lo anterior y que además han sido muy visibles:

Una larga enfermedad de mi mujer donde el dinero deja de tener sentido y pierde importancia. Donde el dinero no puede cambiar este hecho.

Vivir en otro país, donde la cultura es muy diferente en varios aspectos, donde los valores son otros y donde los sentidos despiertan.

Un vacío inminente en el trabajo, donde me di cuenta de que mi vida se basaba en ser esclavo del trabajo a cambio de una remuneración que principalmente me daba “seguridad”, una seguridad mensual en la que invertía en muchas ocasiones la mitad del día, es decir, 12 horas.

Volver a estudiar. En esta ocasión por el mero hecho de aprender y entender muchas cosas que en ese momento no tenían sentido y no podían ser explicadas. Estudiar por placer y no por lucro.

 

Todo este movimiento ha cambiado mi vida. A día de hoy puedo decir abiertamente que no soy parte de lo común, pero si soy más yo. Y aquí empieza la oveja negra, en el momento que lo declaras y no te sientes entendido principalmente por tu propia familia, sino criticado y juzgado. Pero como todo, lleva un tiempo. Lleva el tiempo necesario para que tu mismo te des cuenta de que tienes que respetar tu proceso y así mismo, el de los demás.

 

Volviendo a las etapas que mencionaba al inicio, ahora sí, las detallo:

 

La duda surge cuando las cosas no son las previstas, cuando te das cuenta de que no tienes el control. Cuando empiezas a ver, sentir y creer cosas que antes no te planteabas. En este caso si vamos a un ejemplo real, diría que una de mis grandes dudas surgió cuando mi mujer se recuperó inesperadamente después de unos 6 años de enfermedad y de muchos tratamientos médicos sin ningún resultado. Una consulta de Kinesiología, donde se atendieron diversas emociones del pasado de mi mujer, nos cambió la vida por completo.

La negación de lo que siento. Empieza siendo una batalla interna. Muchas cosas cambiaron en mí, pero me negaba a aceptarlas porque me podían llevar a hacer cambios que me sacarían de mi zona de confort. Siguiendo con los ejemplos reales, aquí podría decir que sentía que tenía que dejar el trabajo y dedicarme a otra cosa. Aquí la negación fue impresionante ya que desperté miedos tales como ¿y de que voy a vivir? ¿y que voy a hacer? ¿y si las cosas no salen bien? ¿y si me estoy equivocando?

La confrontación. Una vez empecé a cambiar patrones, llegó la confrontación. Principalmente la confrontación familiar, donde tratas de explicar las cosas que estás haciendo, pero con una actitud de defensa, con la sensación de que no te escuchan y de que por más que digas las cosas, entran y salen sin resultado. En mi caso podría decir que han sido alrededor de 3 años repitiendo que no como carne ni pescado cientos de veces, pero a modo de burla y/o a modo de olvido me ofrecían cualquier clase de animal y además me decían que algo debería de comer porque me iba a quedar en los huesos, me iban a faltar nutrientes, etc. Aprovecho para aclarar que nada de esto ha sucedido a día de hoy, los exámenes de sangre son mejores de lo que lo eran hace 3 años. Yo lo veía como una falta de respeto (que en gran parte lo es) pero ha día de hoy puedo decir que es más una falta de empatía, una falta de querer entender…

La impotencia y La incomprensión en mi caso fueron de la mano. Impotencia por no saber cómo expresar las cosas, como decirlas para que calen y no tener que estar siempre pendiente. Impotencia hasta el punto de bloquearte y simplemente no decir nada… Todo esto me conllevó a tener la sensación continua de ser un incomprendido, de pensar que esto siempre va a ser así, de que es mejor no hablar.

El aprendizaje. Esta es la parte más bonita. El momento en el que ves, el momento en el que se abren las puertas y te das cuenta de que todo tiene y tenía un sentido pero que no lo podías ver. El momento en el que atas cabos y quedas boquiabierto al ver como ha sucedido todo.  Esto ha sido un gimnasio, es y sigue siendo una formación continua donde las personas que La Vida, Dios, El Universo o aquello en lo que creas te ha puesto para que avances.

En mi caso puedo decir que el aprendizaje hasta el momento ha sido el de confiar más en mí, el de empezar a creer más en mi e ir soltando patrones que me ataban y me hacían no poder disfrutar el momento. El de no hacer las cosas por obligación, sino porque quiero hacerlas.

 

Y esto continua y es diferente para cada uno de nosotros. Si hay algo común para todas las personas es que nosotros mismos tenemos las respuestas, aunque no las veamos.

 

Así que déjate sorprender haciendo los cambios que estén a tu alcance, se feliz con lo que haces y hazte preguntas que te ayuden a continuar, a ver más allá… ¡¡Ámate!!

LA ÉTICA EN LA TERAPIA. Desde mi punto de vista y con relación a la terapia que practico.

Si hablo de “Ética” y “Neutralidad” hablo de dos temas muy diferentes. Teniendo en cuenta una de las definiciones encontradas en el diccionario: “Ética es una rama de la filosofía que estudia la moral y la manera de juzgar la conducta humana” y «Neutralidad es una posición, estado, perspectiva o actitud que no se inclina por alguna oposición y que no participa en un conflicto o contienda”, por lo cual la ética indica o juzga lo que está bien o mal y la neutralidad no aplica el juicio, armoniza.

Entonces, hablaré de la “Neutralidad” que caracteriza mi visión y lo que practico, cuando reconozco mi verdad y la verdad de otros sin juicio.

Para darle forma a la neutralidad, imaginemos un “imán” con sus dos caras: positiva y negativa en equilibrio, en armonía.

En el ser humano este imán con cara negativa y positiva la podemos representar con nuestras emociones. Todo aquello que nos duela, nos genere miedo o resistencia, sin sentido ni fin, se convierte en experiencias olvidadas o traumáticas, pendientes de atender e integrar. Estas emociones acumuladas serían la parte de la cara negativa del imán. Y todo aquello que hemos aprendido, incluido, integrado y reconocido, que nos genera confianza, paz y claridad, sería parte de la cara positiva del imán. Tanto la cara negativa como la positiva, hacen parte del proceso de llegar a la neutralidad, por eso es tan importante una como la otra, sólo el equilibrio entre las dos caras nos alinea en alguna medida.

¿Cómo reconocer si en alguna medida, somos neutrales o equilibrados? Mi propia vida es un indicador del exceso o carencia de polaridad en la que me estoy moviendo o estoy atrayendo. 

Si hablamos de la cara negativa podemos tomar nota de, cuanto sufro por exceso de empatía o por carencia de empatía conmigo mismo o con los demás. O si ya no sufro, porque no puedo empatizar con nadie, algo parecido a «no sentir» o a la «insensibilidad» en alguna medida, porque el umbral del dolor y empatía han superado los límites o no se han desarrollado aún, y no presento manifestación ante el dolor en alguna medida o situación.

Si hablamos de la cara positiva podemos tomar toma de, cuánta felicidad, motivación, agradecimiento, aceptación, reconocimiento y aprendizaje vivo en mi día a día y en mi vida en general.

Y si hablamos de neutralidad, es porque nuestro negativo está armonizado con nuestro positivo. Sin excesos ni carencias de sufrimiento o felicidad, sin excesos ni carencias de trauma y aprendizaje. La manifestación de este equilibrio se verá reflejada en la vida diaria, cuando el nivel de empatía conmigo mismo, es igual a la empatía que siento por los demás y por la situación. Vivo neutralidad en alguna medida, cuando ya he desarrollado la armonía entre todas las partes en alguna medida. Porque he unido o incluido, al mismo tiempo y en la misma medida, las verdades de todas las partes implicadas. Sin generar fricción, resistencia ni sufrimiento, al contrario, gracias a la empatía en equilibrio con relación a todas las direcciones, vivo con confianza, claridad, certeza y verdad.

Cada ser humano vivimos nuestra propia verdad, desde un punto de vista diferente, desde un nivel de consciencia diferente y desde una historia vivida diferente y única. Entonces lo que nos dará equilibrio no es defender, juzgar o luchar por nuestra verdad, sino reconocerla y asumirla con libertad, cada uno la nuestra.

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